top of page
coaching estratégico

A VECES SÓLO ENTENDEMOS CON LA CRUDA VERDAD

I

Dicen que el coaching confrontante no es consuelo ni apapacho.
No es palabra dulce ni caricia de hombro.


Es más bien un espejo frío donde se ve lo que uno siempre trató de ocultar.


No importa cuántas excusas hayas inventado, ni cuántas justificaciones hayas puesto en el camino.


Aquí no sirven.


Aquí lo que cuenta es tu verdad, la más cruda, la que duele.

​

​

II

Se trata de detenerse.


De mirar sin rodeos lo que uno ha hecho y lo que ha dejado de hacer.


Porque no son las circunstancias las que nos hunden, sino la manera en que nos engañamos para no enfrentarlas.


El ego inventa cuentos, inventa máscaras, inventa humo para tapar lo real.


Pero en este proceso se quita la venda, aunque sangre la herida.
Y cuando la verdad aparece, no hay dónde esconderse.

​

​

III

El coaching confrontante es duro porque te obliga a asumir lo que eres, no lo que dices ser.


Te pone frente a la desnudez de tus actos.
No se trata de promesas, sino de hechos.


De reconocer que los errores no son del otro, sino tuyos.


Y que el cambio no llegará de afuera, sino desde dentro.


Es una voz que incomoda, que te corta el paso, que no te deja seguir con las mismas mentiras de siempre.

​

​

IV

Muchos llegan buscando fórmulas rápidas.


Recetas que tapen sus dolores como vendas viejas.


Pero aquí no hay remedios baratos.


Lo que encuentras es confrontación: preguntas que te arrinconan, silencios que te obligan a responder, miradas que no se apartan hasta que digas la verdad.


La incomodidad es la llave.


Sólo quien soporta esa incomodidad puede comenzar a moverse distinto.

​

​

V

Y no es sencillo.


Porque uno está acostumbrado a culpar al mundo, a la familia, a la suerte, a la falta de oportunidades.


Pero en este camino no hay espacio para esas culpas.


El dedo se apunta hacia adentro.


El peso se reconoce en el propio pecho.


Y esa carga, aunque duela, es la única manera de recuperar el rumbo.

​

El ego pelea.


Se defiende, inventa argumentos, se llena de ruido.


Pero poco a poco se va apagando cuando no encuentra dónde sostenerse.
Y entonces, detrás del ruido, aparece lo real.

​

​

VI

El coaching confrontante no busca humillar.


Busca despertar.


La diferencia es clara: humillar es hundir, despertar es mostrar lo que ya estaba ahí pero no se quería ver.


Es el golpe necesario para abrir los ojos.


La palabra justa que corta como navaja y, al mismo tiempo, abre una salida.

Y es en esa salida donde uno empieza a entender que no se trataba de ser perfecto, sino de ser honesto.


Que el verdadero cambio no está en las palabras bonitas, sino en la acción de asumir la vida como es y no como se quisiera que fuera.

​

​

VII

Quien lo vive, cambia.


No de un día para otro, no con magia.


Cambia porque ha visto de frente su vacío, su mentira, su repetición.


Y al mirarlo de frente, ya no puede seguir igual.


Es como quien toca fondo: o se queda allí hundido o se levanta con lo poco de fuerza que le queda.


La confrontación te lleva hasta ese fondo.


Y allí, sólo allí, se abre la posibilidad de levantarse.

​

​

VIII

Al final, el coaching confrontante es un acto de verdad.


Un espacio donde se arrancan las máscaras y se escucha lo que nunca quisimos escuchar.


Es incómodo, duro, a veces cruel.


Pero es también lo más cercano a la libertad, porque nadie puede vivir encadenado a sus propias mentiras para siempre.

​

Quien lo atraviesa descubre que la vida no mejora escondiendo las heridas, sino sacándolas a la luz.


Y en ese momento de claridad, aunque pese el dolor, comienza la transformación.


No porque alguien más lo resuelva, sino porque uno mismo, al fin, se atrevió a mirar de frente lo que siempre evitó.

  • Facebook
  • Instagram

© 2025 SOY LEGIONARIO

bottom of page